viernes, 28 de diciembre de 2007
Navidad
Sueños inteligentes
lunes, 3 de diciembre de 2007
lunes, 19 de noviembre de 2007
Mucho ruido, diría Sabina
lunes, 8 de octubre de 2007
Creatividad vs. machismo
miércoles, 25 de julio de 2007
El tamaño SI importa

martes, 24 de julio de 2007
jueves, 12 de julio de 2007
Suicidio por encargo
miércoles, 27 de junio de 2007
shampoo
martes, 19 de junio de 2007
Ambicioso
Diamante en bruto
jueves, 14 de junio de 2007
cigarrillos
miércoles, 6 de junio de 2007
Fuego
domingo, 3 de junio de 2007
Se divorció Rambo
martes, 29 de mayo de 2007
Simplemente hay que vivir
jueves, 24 de mayo de 2007
Ensordecedor zumbido
Mujeres superpoderosas
domingo, 20 de mayo de 2007
jueves, 17 de mayo de 2007
Exageración de la mediocridad

lunes, 14 de mayo de 2007
Experimento con "machos"
viernes, 11 de mayo de 2007
Ayuda social
jueves, 10 de mayo de 2007
gas medicinal
miércoles, 9 de mayo de 2007
Fugaz historia de amor
Cultura general
martes, 8 de mayo de 2007
Tratamiento para ser feliz
lunes, 7 de mayo de 2007
De donde vengo
Cuando nací fui abandonado por mi madre, y por mi padre. Afortunadamente, casi como Rómulo y Remo, fui criado por una perra callejera que me amamantó. A los15 días, fui abandonado por esa perra. Alguien me encontró y me llevó a un orfanato, luego de varios años de vivir ahí, fui adoptado por Henry Ford, el fabricante de autos, cuyo hermano, Roque, fabrica quesos. Lástima que nunca me gustó el queso Roque Ford. Mi padre adoptivo no era un hombre austero, sino que se jactaba del dinero que tenía, y yo cierto día le pregunté por qué si teníamos tanto dinero no teníamos un BMW o un Mercedes. Sin darme explicaciones me devolvió al orfanato. Poco más tarde fui adoptado por el señor Hewllet Packard. Viviendo con él, empecé la escuela primaria. Luego de dos meses, me expulsaron del colegio porque en las pruebas me copiaba. Días después, el señor Hewllet Packard también me devolvió al orfanato. Afortunadamente, él me dio explicaciones: me dijo que me devolvía porque yo era un idiota…. Pensándolo bien, hubiese preferido que no me dieran explicaciones. Tiempo después fui adoptado por el luthier Stradivarius, el fabricante de violines. Ahí tuve mi primer contacto con el violín, hasta que mi papá me vio y me cagó a patadas por usar sus instrumentos. Luego de este primer contacto con la música, decidí dedicarme al piano. Comencé con uno de plástico, pero que servía para mis propósitos. Día y noche practicaba ese maravilloso instrumento, hasta que cierto día mi padre, un gran músico me dijo que si seguía tocando así, con tanto empeño, algún día yo sería como Bethoveen…. sordo. Después de un año viviendo con él, me envió de regreso al orfanato. Él también me dio explicaciones: me dijo que se había vencido el contrato, y que había que darle la oportunidad de vivir conmigo a alguna otra familia. Él pensaba que nadie valora su felicidad hasta que conoce la desdicha, y él quería darle la posibilidad a otras personas de que valoren su felicidad. Ahí, producto de una vida tormentosa comencé a escribir. Poco después ya escribía en diarios y revistas… o servilletas, o cualquier papel que tuviera a mano. A los 17 años edité mi primer libro de poemas. Fue una tirada de 25.000 ejemplares. Tuve que tirarlos porque no los pude vender. Afortunadamente, las camas del orfanato tenían una pata más corta que el resto, así que ellos me compraron varios libros. En cierta ocasión, recibí el llamado de la música, y decidí sacar un disco compacto con mis poesías, a las que le había agregado una bella música. Como un modo de lograr difusión, regalé algunas copias a las disquerías, las radios y las empresas discográficas. Poco tiempo más tarde, ya era disco de oro. Había llegado a las 50.000 copias regaladas. La música no me volvió a llamar. Ahora, adoptado por la familia con la cual vivo espero ansioso una nueva aventura para seguir escribiendo acá.
(N. del R.: En realidad, mi vida fue un poco menos emocionante de lo que se plantea en el texto. Además, no todas las situaciones ahí descriptas fueron inventadas por mí. Aprovecho, para agradecer a Les Luthiers, colaboradores involuntarios).